El Campanario de Ocotepec

El poblado de Ocotepec se lleva con mérito el distintivo de ser uno de los pueblos más emblemáticos y dignos de visitar de todo el estado, en especial las fechas del Día de Muertos, por la rica tradición que se expone hasta nuestros días como reflejo de la consistencia de los pobladores del lugar para la preservación de su cultura, que se comparte a manos llenas a todo quien quiera conocer. Principalmente, el ritual que se lleva a cabo la cereada, que es la dinámica de visitar las ofrendas de la gente local, acompañar en su festejo y memoria, dando como ofrenda una vela o cirio, y por lo general se ofrecen alimentos o bebida para pasar la noche que es fría por la temporada del año. Otro distintivo del lugar en cuento a esta fiesta mexicana es la representación que se le hace al difunto por medio de figuras que simulan su cuerpo.

Ahora bien, hablando de la leyenda que sobresale de todas las demás que toman lugar en este especial pueblo, entonces hace falta tomar algunos detalles del lugar específico que guarda el gran misterio de esta historia que te dejará con cierta inquietud de querer saber más o inclusive de conocer el lugar. Se trata de la Iglesia de Divino Salvador, que es una de las más antiguas de todo México, habiéndose construido en el año 1536. Aquello que desató la intriga de este lugar fue la muerte que se dio en ella de un hombre que cayó desde su campanario hasta el suelo, aunque este hecho solo fue una explosión para dar a relucir el previo conocimiento de que en este recinto católico se llevaban a cabo rituales y reuniones ajenas a la religión. Se cuenta que brujos del poblado, denominados por algunos como nahuales, organizaban reuniones en la Iglesia y partes del convento ahora destruido. El fatídico suceso mencionado guarda en sí las sospechas, que son fuertes creencias para las personas locales de Ocotepec, de que el hombre en cuestión, reconocido por el nombre de Maurilio, había sido testigo de dichas actividades cuestionables, generando un claro conflicto con este grupo, surgiendo la hipótesis de que su muerte no fue en realidad un accidente.

Actualmente, rondando como creencia en la zona de Ocotepec, se dice que el estar en el campanario de esta Iglesia a horas de la madrugada representa un peligro por la fuerte carga negativa de los espíritus que habitan ese espacio.